La Trappe, es holandesa, trapense, monástica y con 7º...bien ¿no?.
Todo indica que estará buena.
Todo indica que estará buena.
Se supone que al ser trapense, los monjes de la orden cisterciense velan por el cuidado y la calidad en la elaboración de esta cerveza, en un monasterio y bajo su supervisión.
Bueno, no sé yo hasta que punto todo esto es cierto, en los tiempos que corren, no me imagino una producción industrial en tal entorno; pero me están entrando unas ganas de hacer un viajecillo, recorriendo los Países Bajos, visitando todos los monasterios trapenses, sin dejarme ni uno...
Entrando en harina; es una cerveza fuerte, se nota al primer trago, el alcohol está presente. Tiene bastantes burbujas, refresca y juega con nuestra lengua y paladar. Su sabor es potente, denso, pero dulce, y perdurará bastante en nuestra boca, seguro que los monjes le ponen algún producto “artesanal” que le da ese toque especial, algún tipo de caramelo quizás. Es una verdadera cerveza negra, el color es marrón oscuro y tiene una espuma abundante.
Está buena La Trappe Dubbel, estos monjes son muy listos. Me los imagino, perfectamente, como, en desapacibles y frías noches neerlandesas, mantenían profundas y largas discusiones teológicas, tras los gruesos muros de sus abadías, mientras calentaban sus estómagos con cervezas como ésta, capaz de enardecer los sosos caracteres monacales y de dar color, de melocotón maduro, a sus caras bovinas. Recordemos que lo normal en otros tiempos era tomar esta cerveza a temperatura ambiente.
Por cierto, Ora et Labora es la máxima que rige la vida de los trapenses, es decir, dedican su vida en parte a la vida contemplativa y en parte a trabajar. ¿Tú cuál prefieres?.