Una cerveza de trigo, tomada antes de cenar, cualquier viernes por la tarde, es como un premio después de una semana que se acaba y como aperitivo del ansiado fin de semana.
Pero vamos al grano (de trigo esta vez). La Hoegaarden, belga ella, es suave y tirando a dulce, adios a los tragos amargos. El color es amarillento, blanquecino (alguien podría decir: amarillo que recuerda a blanco, o a la inversa) y bastante turbia. El sabor es, como decía, suave, fresco y además afrutado, me recuerda a la uva madura, es muy fácil de beber. Existen mil variedades de cerveza y hay que tener el "paladar" abierto a todas, a veces nos encasillamos (me incluyo) en uno o dos tipos y tendemos a pensar que el resto "no son cervezas de verdad", craso error.
Prefiero una cerveza así a otras a las que directamente les "ponen" frutas como cerezas, fresas...los belgas son muy aficionados a esas mezclas y yo creo que esas....."no son cervezas de verdad".